sábado, 30 de enero de 2010

CRÓNICA DE UN VIAJE MUY,MUY ESPERADO...

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¡Cuánto tiempo hace que no escribo! Pasé, en unos pocos días, siglos de renuncia incierta. Me estanqué, como un lago desierto, entre paisajes inexistentes.

Libro del desasosiego, Fernando Pessoa.



Detalle, Buda Pest nevado, Mireya Badillo, dic 2010

Tengo repleto el corazón de imágenes, de sensaciones, de una gran necesidad de disfrutar al compartir. No encontraba las palabras para escribir. Tuve que quitar el polvo de la tristeza y alimentarme de mucha valentía para dejarle seguir su camino y aceptar el mío sin él. He sobrevivido a una batalla mas…

Los viajes siempre son generosos. Para mi significan recorrer el alma como lo hace la sangre por las venas. Y lo bello pero peligroso es que ese viaje solo cada uno lo puede hacer.

La encuadernación me ha entregado, no solo las maravillosas sensaciones de crear, sino la posibilidad de recibir la generosidad de muchas personas. Me ha llevado incluso a muchos kilómetros de mi México “florido y espinudo”.

La encuadernación me ha puesto en paisajes muy fríos, el pasado invierno. He visto una Venecia muy, muy fría, plagada de gotas de lluvia volando a toda velocidad cayendo sobre mi rostro. Y ahí me ha arropado mi amigo y maestro Paolo Olbi, en su enorme taller de encuadernación, lleno de pasión por los libros.¡¡¡¡ He pasado días maravillosos encuadernando y compartiendo el alimento con sus entrañables amigos!!!!

Luego Ascona, Suiza… cumplí un sueño que aún no puedo creer. Ahí aprendí que no hay edad para encuadernar, para seguir disfrutando de la vida, de los soles, de las lunas, de los días, de las manos, de los ojos, de los pies, de la respiración, de seguir en la lucha… Gracias a mi maestro de encuadernación Edwin Heim que me tuvo paciencia y a Peggy, mi compañera de clase de 89 años que viajo de Canadá a Suiza para tomar, como en los últimos diez años de su vida, un curso de encuadernación… ¡Al despedirse me dijo que esperaba que nos encontráramos el próximo año, deseo que comparto enormemente!.

Y Budapest me esperaba, toda llena de nieve. ¡Ciudad hermosa!, Mi favorita. Quizá es que en otra vida yo viví ahí. ¡Me encanta!, me llena de un calorcito interno a pesar del frío. Pude ver el puente de las Cadenas, con esos enormes leones cuidando el paso de Buda a Pest … el Río Danubio sabe mis secretos. Le he contado los más íntimos…

París me esperaba, blanca, fría, lluviosa, encantadora. Volví a impresionarme con los vitrales de la Catedral de Notre Dame… caminar cerca del río Sena, atravesar las calles a muchos grados bajo cero…
Mis pasos no dudaron, a pesar de frió para ir a un encuentro con las tiendas de encuadernación y deleitarme con la cantidad de materiales que solo pude respirar, pues mi bolsillo estaba casi vacío.
Ana me había comentado que no podía dejar de ir a visitar el bellísimo taller de los hierros de J-B Alivon y así lo hice. ¡¡¡Fue un encuentro inolvidable!!!


Después Barcelona… ciudad Gaudí, donde se habla el catalán, con su impresionante barrio gótico, ciudad donde vive mi maestra de encuadernación María Lucas y Montsé Buxó… ciudad museo, las Ramblas repletas de luces navideñas, el mercado de La Boqueria con todos sus olores y sabores... Y una exposición me esperaba en El Museo Diocesano: “Musas de la imprenta. La mujer en las artes del libro (siglos XVI-XIX)”, tanto de México como de España… extraordinaria exposición, recinto precioso. Prometí asistir y así lo hice, a pesar de que las circunstancias no eran las mejores para hacerlo.

Con el cansancio acumulado por el camino recorrido llegue a Madrid, a la zona Canalla, cerca de Antón Martín. Ahí el cine Dore, mi maestra Isabel Lifante en el taller de encuadernación Villanueva, el museo Thyssen, la exposición de la Imprenta Real, Fuentes de la Tipografía Española, los mariachis en la calle de Alcalá, el Corte inglés, el maestro encuadernador Joaquín, las tiendas de encuadernación y las calles templadas me arroparon nuevamente. Fui muy, muy feliz.

Pero yo fui a Madrid por una razón principal: ver a Ana Gozález-Irún, mi maestra de encuadernación, mi amiga, mi madre adoptiva. Quise darle un abrazo y decirle que ha valido la pena el haber atravesado kilómetros de emociones, de altibajos, de tristezas, de dudas, de angustia, de decisiones, de atreverme a hacer lo que mas me ha gustado en la vida: encuadernar. Decirle con mi presencia que he encontrado mi pasión en la vida y me he entregado completamente a ella en cuerpo y alma. Decirle que le agradezco el haberme abierto todas las puertas y ventanas de su corazón al creer en mí y que sin ella mis pasos hubieran seguido un camino incierto.


Regresé a México envuelta en la seda mas fina cuyo tejido fue construido de lo mejor de cada persona que visite, de su amor, de su generosidad y de mis deseos mas profundos de llenar mis poros de agradecimiento con todos, con la vida, con Dios!




“Comienza un nuevo ciclo; a través de las últimas hojas secas del anterior otoño despuntan como dardos los primeros tallos verdes.”

El tiempo gran escultor, Marguerite Yourcenar





P.D. Gracias a mis compañeras de viaje: mi adorada y adorable sorella y su incondicional ayuda y paciencia. Gracias a Glori por estar.

2 comentarios:

Miriam dijo...

Y gracias a la encuadernadora viajera...

Laleguals dijo...

Gracias por compartir tu viaje, qué maravilla!.